21 de junio de 2007

Papa Juan XXIII Pontificado y Concilio Parte 1

Supongo que será difícil entender este video porque está en italiano. Sin embargo decidí postearlo porque contiene imágenes que yo jamás había visto acerca del Pontificado de Juan XXIII y del inicio del Concilio Vaticano II. Para reproducirlo basta hacer clic encima del cuadro. Abajo he hecho una breve traducción libre, para que puedan darse una idea de lo que el narrador va presentando.





"El Papa Roncalli abre un nuevo camino: No más la media clausura de su predecesor. Su lógica es otra: distinguir el error, es decir el marxismo, de los errados, es decir los hombres. Y es al mundo entero que el papa de Roma se dirige. El 10 de septiembre de 1961, en plena Guerra Fría, envía un radio-mensaje al mundo: presiona a las dos superpotencias a decidirse por el desarme y aceptar negociadores libres y leales. Juan se presenta como una voz por arriba de las partes, dirigiendo las mismas palabras de paz a Occidente como a Oriente. El diálogo continúa; los Obispos del otro lado de la cortina de acero podrán participar en el Concilio Vaticano II. El líder comunista ha acogido la solicitud de Roma. El metropolitano bizantino de Ucrania, Joseph Slipyj, obtiene la libertad: estaba en la cárcel desde hacía 13 años.

El 4 de octubre de 1962, muy temprano, el aire es frío, es un día despejado, del inicio de octubre. A las 6:30 Juan está listo. Parte en peregrinación a Loreto y Asís. Son imágenes inéditas, hace poco reencontradas en los archivos. Para la ocación se restaura la vieja estación vaticana, las vías atraviesan los límites hacia el Estado italiano. Después de más de 100 años el gran portón de fierro se reabre lentamente. Por primera ocasión desde la unidad de Italia un Papa sale de los límites del Lazio. Va a encomendar el Concilio a la proteción de la Virgen de Loreto y de San Francisco.

«Ésta, hijitos, es la tercera bendición que les doy. Ésta abarca todas las otras que recibieron en la Basílica... Además, nuestra vida es peregrinación. Lo dije... nos detenemos un poco aquí y luego reemprendemos nuestro camino. En el reemprender nuestro camino el corazón se abre a una gran confianza. Siempre Jesús en lo alto. Siempre María nuestra mamá, la mamá de nuestras familias, la mamá de las horas de las tribulaciones, la mamá en las horas de éxito, siempre ella, siempre ella. Por lo tanto, la bendición de Jesús recordándose de la Virgen santa. La impresión de hoy los debe acompañar durante el inicio y el desarrollo del Concilio. Los Padres de la Iglesia estarán ocupados en este altísimo servicio. Ustedes, desde sus casas, desde sus trabajos, desde sus preocupaciones, únanse siempre en espíritu a la santa Iglesia, que ora así, que piensa así, que trabaja así, recordando y saludando a nuestro Señor Jesucristo».

Finalmente llegó el gran día; 2768 los participantes, avanzan en orden jerárquico: 7 Patriarcas, 80 Cardenales, 1619 Arzobispos y Obispos, 975 Superiores Generales de Órdenes religiosas, 400 teólogos. El cortejo comienza a las 8:30 en punto. Por una hora y un cuarto una fantasmagórica procesión: mitras y capas blancas, ornamentos violáceos y anillos, coronas doradas de los prelados de rito oriental. Juan ha hecho reencontrarse a toda la Iglesia.

«Venerables hermanos: "Gáudet Máter Ecclesia"». "Gaudet Máter Ecclesia", Se alegra la Madre Iglesia: éste, el inicio del discurso, está en latín. Duró 37 minutos. Cuando lo habrá terminado la Iglesia no podrá ser aquella de antes. Tres los puntos cardinales: Primero, la Iglesia debe encontrar nuevas palabras para comunicar la substancia antigua del mensaje cristiano al hombre moderno; despojarse de todas aquellas formas exteriores adquiridas en el tiempo, ya viejas,lúgubres y obsoleta. Segundo, la Iglesia debe dejar de lanzar anatemas y amenazar con castigos; debe abrirse al mundo moderno, buscar entenderlo y hablar con él; no debe constituirse como una fortaleza fuera del mundo, sino volver a ser una aldea abierta a todos, en el centro del mundo. Tercero, la Iglesia debe superar las divisiones y las incomprensiones con los hermanos separados, sean estos ortodoxos, anglicanos, luteranos. Invita a buscar eso que une, no lo que divide. Al final del discurso el así llamado "Papa bueno" sale al descubierto y lanza una dura invectiva contra los pesimistas, los escépticos, los cínicos, que al interior de la Iglesia como sepulcros blanqueados lo han constantemente obstaculizado y criticado a sus espaldas.

(S. E. Loris Capovilla): «... era ya octubre y ya casi la noche, yo era de la Secretaría de Estado, porque según el programa el Papa sale al balcón y bendice a la multitud, porque los romanos, en honor de los Padres conciliares venidos de todo el mundo, en recuerdo del Concilio de Éfeso, con antorchas saludan al Papa y a los Padres. Él estaba platicando con el Cardenal Secretario de Estado, abro la puerta y digo: "Santidad, ¿está listo? ¿Si lo desea?" Con la estola en la mano para colocársela en el cuello, sobre la espalda. Dice: "No, no, ahora basta. Hoy nada. Está cerrado, Ya hice el discurso esta mañana, no está bien que el Papa se deje ver otra vez". Estaba en el programa, lo había aprobado él pero se había olvidado en aquel momento. El Secretario de Estado que estaba presente no tuvo el valor de decir nada. Me quedé un poco inhibido ¿y recurrí a qué? A una palabra, porque sabía que en el fondo era un hombre curioso para mirar. Entonces le digo: "Santo Padre, no salgdrá al balcón, pero através de las persianas vea cómo está la Plaza". Inundada de luces, son cien mil antorchas. Ve las persianas, ve, se conmueve, ve que es bello, dice: "Deme la estola, voy al balcón, bendigo, pero no hablaré". "Santo Padre, ninguno se lo ha solicitado".»

«Amados hijitos, escucho sus voces. La mía es una sola voz, pero resume la voz del mundo entero. De hecho, todo el mundo está representado aquí . Se diría que ¡hasta la luna se ha apresurado esta noche para mirar este espectáculo, que tampoco esta basílica de San Pedro, que tiene 400 años de historia, ha podido jamás contemplar. Mi persona no cuenta nada. Es un hermano el que les habla hoy, que ha sido convertido en Padre por la voluntad de nuestro Señor. Pero todos juntos, paternidad y fraternidad, son gracia de Dios. Hagamos honor a la impresión de esta noche y que sean siempre nuestros sentimientos como ahora los manifestamos delante del cielo y delante de la tierra: Fe, esperanza, caridad, amor de Dios, amor de los hermanos. Y así, todos juntos, ayudamos a la santa paz de nuestro Señor, a las obras del bien. Al regresar a casa encontrarán a sus niños. Dénles una caricia a sus niños y díganles, "ésta es la caricia del papa". Quizás encuentren alguna lágrima para enjugar. Digan a los que sufren una palabra de aliento. Sepan los afligidos que el Papa está con sus hijos, especialmente en las horas del dolor y de la amargura.»

3 comentarios:

Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...
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