13 de mayo de 2007

El gozo de que te expliquen la resurrección

Esta semana estuvo marcada, sin duda, por los encuentros. Claro, tareas y demás, como siempre.

La primera de las reuniones sucedió el lunes 07. En ocasión del aniversario número 98 de la fundación de mi Instituto los directivos organizaron una serie de actividades que comenzaron con una Misa en la Iglesia de la Santa Cruz y San Buenaventura; continuaron con un agradecimiento emotivo e informal al Padre Stock que ha enseñado hebreo por los siglos de los siglos, ha dirigido infinidad de tesis y que ya alcanzará la jubilación este año; siguieron los minutos soporíferos de una plática interesantísima en el aula magna sobre algún tema que no recuerdo; prosiguieron con un almuerzo generoso en el claustro al aire libre de la comunidad de los Padres jesuitas y finalizaron con un festival agradable en el que no faltron los disfiguros simpáticos de mis compañeros estudiantes.

Entre lo más sobresaliente de la parranda, aparte de haber conocido un templo que casi siempre está cerrado, y el haber saludado por primera vez al distinguidísimo Padre J. L. Ska, brilló la imitación inigualable del Papa Benedicto XVI por parte de uno de los estudiantes del Instituto. Espero más adelante subir el video, jeje.

Ya para el martes 8 tuvimos la fiesta de la Virgen que es la Patrona de nuestra comunidad... Y aunque estamos rezando el Rosario todos los días, la verdad es que ni al Rosario ni a la Misa solemne vino nadie fuera de los diez feligreses que se chutan diario la Misa de siete. Eso sí: al final una de las presentes nos felicitó y dijo que había sentido la misma emoción que si fuese Navidad en Pascua, sobre todo por el incienso y la solemnidad. En fin, si no cambiamos algunas prácticas pronto, en cuanto mueran o se muden estas diez personas, quizá no venga ya nadie.

Para ir festejando el fin de curso (desde ahora) el viernes 11 nos invtaron al Padre Pepe al hermano Tomás, al Padre Pedro y a mí las madres jerónimas a cenar a su casa. Aunque ya habíamos ido con ellas el 12 de diciembre pasado, no habíamos podido compartir con ellas así de bonito y divertido. La verdad es que cuando uno las ve tan trabajadoras no deja la propia conciencia de remorderme, porque si ellas se quedaran cruzadas de brazos no comerían. Como sea, se supone que son sucesoras del mismo convento que albergó a Sor Juana Inés de la Cruz, ¿qué tal, eh? Y nos contaron las historias de cómo lo perdieron con la desamortización del siglo XIX y cómo se refugiaron en Puebla, donde, hasta la fecha, conservan una de las imágenes más antiguas de la Virgen de Guadalupe. El caso es que aquí en Roma tienen que trabajar unas haciéndose cargo de la librería de la Universidad Gregoriana y otras cocinando para el Colegio Internacional de los Padres Jesuítas. Por cierto, en dicho Colegio ellas viven, así que cuando ya salíamos nos enseñaron la habitación dónde estuvo santa Teresita del Niño Jesús cuando vino de peregrinación a Roma para pedirle al Papa permiso para ingresar al convento carmelitano. Muy emocionante: hasta la fecha con una rosa fresca se recuerda su estancia breve en el recibidor jesuita.



Pero de todo quizá lo más inesperado fue el sábado 12 la visita de los miembros de la Fundación Oliver [http://www.faoliver.org/], cuya sede está en Madrid pero que tuvo sesión en el recibidor de nuestra Casa. La fundación tiene como objetivo promover el conocimiento de la obra del teatino Padre Antonio Oliver, que murió hace ya más de diez años en España. En realidad no estuvimos en su reunión, sino que ellos se integraron a nosotros en el comedor y allí, entre una broma y otra, nos contaron cada uno su experiencia dehaber conocido al Padre, todo lo que él les dejó: una manera nueva de ser personas, una forma nueva de relacionarse con todos y con todo, unas ganas de vivir, la sensación se haberse sentido en verdad muy cercanos a él, como si fueran todos sus amigos íntimos (¡eran casi quince, eh!), y que además, el Padre Antonio no buscó nunca fama pero sus clases eran tan concurridas que cada semana volaba de Mallorca a Madrid solo para no dejar de darlas. Entre sus estudiantes se contaban señoras, señores, universitarios y hasta conversos. En fin, la labor de los miembros de la Fundación es de manera básica difundir su obra, que grabaron mientras pudieron), lo mejor que se pueda... El último libro que publicaron recoge lo que ellos llaman: La Teología del Gozo. De hecho, como apuntó Tomás, nunca habíamos estado dos horas en el Comedor con tanta alegría como esta vez con su presencia.

Cuando ya casi terminábamos la comida, la señora Nuria, que se había sentado junto a Pepe y a mí terminó sintetizando su experiencia diciendo que todo lo que habían expresado para ella era, a fin de cuentas, la resurrección.

9 de mayo de 2007

Las catacumbas de santa Priscila

No estoy seguro si ya lo dije alguna vez, los jueves no tengo clases. Parece que esta era una antigua tradición en las escuelas eclesiásticas. Cuentan algunos padres que se descansaba el jueves y el domingo. El jueves se aprovechaba para ponerse al día con el material de estudio (siempre abundante) y las actividades comunitarias. El domingo, por su parte, era dedicado al Señor con una misa solemne y una tarde relajada de paseo comunitario en el que se podía caminar por la ciudad, eso sí, siempre de dos en dos, nunca sólos...

Lo de los paseos dominicales con la obligación de compañía no aplica ya pues cada quien puede salir a donde necesite, incluso solo, jeje.

Mientras que lo de no tener clases los jueves permanece como antigua reliquia sólo en mi escuela. En efecto, todas las demás escuelas, academias, institutos, universidades, ateneos o como se llamen tienen un largo fin de semana para aprovechar sea estudiando o descansando o paseando, según las necesidades de cada estudiante.

Así que mis compañeros y yo, un poco relajados gracias a que por fin va apareciendo un poco de misericordia en los profesores del Propedéutico, pudimos ir a conocer las catacumbas de Priscila (Priscilla, en italiano), al norte de la ciudad. Esta vez fui con Heitor (brasileño), Robert y Rebwar (iraquíes) y Oscar (español) quienes estudian conmigo el Propedéutico.

Es interesante conocer las catacumbas. Dicen que en Roma hay como sesenta, pero en la actualidad sólo están abiertas al público cinco. (Para saber qué es una catacumba, léase el artículo enciclopédico: "catacumba" en la Wikipedia).

Esta_es_la_primera_imagen_de_santa_Maria
En las catacumbas de Priscila se conservan en muy buen estado algunos frescos muy valiosos para conocer qué pensaban y que hacían las primeras comunidades cristianas. En Santa Priscilla entre sus pinturas está, por ejemplo, la imagen más antigua de la Virgen María que se conserve. Se trata de un fresco de una mujer con un niño en brazos y un profeta a la izquierda que señala con el dedo hacia una estrella a la cabeza de María. Otra de las imágenes famosa es la de la Fractio panis que representa a los fieles de las primeras comunidades cristianas reunidos para partir el pan eucarístico.

La malo fue que no se pueden tomar fotos adentro de las catacumbas. Pero al menos pude fotografiar el convento que se formó posteriormente en la parte superior de la misma. Y, claro, compré algunas postales.

A la salida pudimos conocer además un poquito de Villa Ada, hoy convertida en un gran parque recreativo.

Así fue mi visita a las catacumbas de santa Priscila.

2 de mayo de 2007

Mi primera comunión: 20 años.

Hoy, antes de bajar a la Misa de siete de la noche, me vino a la memoria que hoy hace veinte años recibí mi Primera Comunión en la Parroquia de Nuestro Señor del Campo Florido junto a mi hermanita.

Sólo Dios sabe cuál será mi camino de hoy en adelante, pero ahora recuerdo que en aquella mañana sabatina no sabía yo qué cosa me depararía en el futuro el Señor. Por ejemplo, hoy vi a lo lejos al Papa Benedicto XVI recibiendo a los peregrinos, como lo hace cada miércoles, bajo una intensa lluvia... Es muy emocionante recordar los giros que ha dado mi vida en este tiempo.

Benedecito_XVI_dando_gracias_por_la_lluvia
Hoy, veinte años después, voy todos los días a recibir la Comunión más por convicción que por encargo y me sigue gustando demasiado.