Bajó la temperatura
Mi hermanita me preguntó sobre cuándo venir a Roma, si es que Dios se lo concede. Aunque llevo poco tiempo y no he vivido todos los climas de esta Ciudad, vi que hay algunas guías turísticas con buenos consejos al respecto. A continuación trascribo lo que dice La Guía Verde que me regaló el Padre Pepe hace unas semanas:
« ¿Cuándo viajar?
« Clima.- Situada a 28 Km del mar, Roma disfruta durante todo el año de un clima relativamente suave. El tiempo es particularmente agradable en mayo, septiembre y octubre, y a veces en junio si los calores tórridos del verano romano tardan en llegar. Durante los meses de julio y agosto las temperaturas bajan rara vez de los 30º C y van acompañadas de una intensa humedad que hace la atmósfera sofocante. Septiembre y octubre son meses espléndidos, soleados y todavía suaves (algún año sin embargo ha llovido abundantemente en octubre). Noviembre es el mes de las lluvias, que en Roma no son finas pero insistentes sino de las que calan bien. En noviembre llegan también los primeros fríos, que se hacen cortantes en diciembre, enero y febrero, pero es raro que nieve (cada 20 años más o menos). En marzo y abril vuelven las temperaturas suaves pero también pueden ser meses de lluvia intensa.
« La mejor época.- Visto el cuadro climático descrito, parece evidente que los mejores meses para visitar Roma son abril, mayo, septiembre y octubre, pero éstos son también los meses en que la ciudad es literalmente asaltada por los turistas (sobre todo el periodo de Semana Santa y Pascua). Turistas que se suman al ya de por sí intenso tráfico citadino. Si no viaja con niños o personas mayores y soporta bien el calor del verano, en julio y agosto podrá descubrir una Roma menos contaminada y mucho más tranquila: aparte del éxodo que se produce durante las “vacaciones nacionales” de agosto, en julio parte de la población se traslada a las segundas residencias de la playa. Los meses de invierno también pueden resultar muy agradables: el aire es más limpio, la luz más transparente, el cielo extraordinariamente azul y no todos los años el frío es intenso. Hay meses de diciembre en los que se puede andar por Roma sin abrigo y dada la proximidad de las Navidades, en casi todas las iglesias se instalan belenes, muchos de ellos magníficos. También por diciembre, la piazza Navona se anima con puestos de artículos y adornos navideños o golosinas y juguetes que la bruja Befana, colega italiana de nuestros Reyes Magos, trae a todos los niños romanos.
« Días festivos.- En Italia son festivos el 1 y el 6 de enero, el domingo y el lunes de Resurrección, el 25 de abril (aniversario de la liberación de 1945), el 1 de mayo, el 15 de agosto (Ferragosto), el 1 de noviembre y el 8, 25 y 26 de diciembre. Además, en Roma se celebran el 21 de abril (“cumpleaños” de la ciudad) y el 29 de junio, día de los santos Pedro y Pablo, patronos de la ciudad.
«Y para ver al Papa.- Cuando el Santo Padre se encuentra en Roma concede una audiencia pública semanal todos los miércoles. Ésta tiene lugar normalmente en la Plaza de San Pedro: Durante el verano a las 10 y en invierno a las 10.30. Otra forma de verlo es durante el Angelus de los domingos y festivos en la Plaza de San Pedro a las 12. El acceso a la zona es libre los domingos y festivos. La entrada para la audiencia es gratuita pero debe solicitarse por escrito y con una o dos semanas de antelación a la Prefettura della Casa Pontificia – Città del Vaticano 00120 Roma, Tel. 06 69 88 32 73. Los grupos deberán especificar el número de componentes y el lugar de procedencia. Las entradas se recogen la víspera de la audiencia de 15 a 20 o la mañana misma a partir de las 8 en el portón de bronce de la Prefectura (plaza de San Pedro). A pesar de todo, las solicitudes suelen ser aceptadas hasta el mismo día de la audiencia.»
Hasta aquí la cita.
De lo dicho lo que me ha tocado es tal cual dice la guía. Llegué a fines de agosto con temperaturas y humedad tropicales que poco a poco bajaron, sobre todo con algunos días de chubascos fuertes y breves entre septiembre y octubre. Lo de que los turistas abarrotan la ciudad también es cierto: tiene sus ventajas, pues el ambiente callejero es muy despreocupado. Es más, algunos restaurantes sólo abren el verano. Una gran desventaja pueden ser las filas para ingresar a cualquier sitio de interés (museos, restaurantes). Además, aunque hubiera 40º C, no se permite la entrada a ninguna Iglesia en ropa playera, sin mangas o corta. He visto muchos turistas protestando afuera del Vaticano quitándose las camisetas porque les negaron el ingreso con pantalones cortos. En cuanto a los días festivos hay que considerar que el principal inconveniente que pueden presentar es el encontrar todo cerrado. El caso es que esta semana estrené mis abrigos porque con precisión cosmológica desde el primero de noviembre bajó la temperatura.
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